jueves, 20 de abril de 2017

El último descanso

El reloj marcaba las 11 pm. Juan tenía que salir a trabajar; él era celador en el barrio Motilones. Salió a su territorio de trabajo, las calles estaban desoladas y tan solo sonaba su pitido. Ya después de varios recorridos en su bicicleta por el barrio, como de costumbre decidió descansar en el andén de una casa deshabitada.

Al recostarse a la pared sintió como si por la parte de adentro de la casa golpearan con algún objeto. Juan se sorprendió porque no esperaba a nadie allí adentro, pues  tenía entendido que aún no estaba habitada.

Siguió descansando, pensando que ya habían habitado la casa. De manera muy despacio y con un ruido aturdidor se abre la puerta, Juan le entró escalofríos al darse cuenta que no había nadie dentro de la casa y estaba oscuro.


En ese momento el miedo y la curiosidad invadían el cuerpo del celador, ya que debía cerciorarse que no fueran ningunos bandidos que estaban dentro de la casa. Agarró su linterna en la mano izquierda y en su derecha el ‘’bolillo’’, un poco tembloroso y en su frente corriendo una gota de sudor, entró cuidadosamente. Da tres pasos hacia el frente y ¡TAT! Se cerró la puerta, despavorido corrió hacia la puerta para salir pero en su camino se le atravesó un espíritu de una mujer de blanco con cabellera negra y larga que cubría su rostro. En ese instante Juan pidió auxilio pero fue en vano, ya el espíritu lo había despedazado. 

Escrito: Junior Torrado

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